En acuerdo con lo que menciona el sociologo Javier Torres Vindas, "el origen, ruta y posible control de esta pandemia de contagio de influenza tipo A H1N1 por ahora no tiene límites claros. Pero más preocupante es que, además de ser una patología individual, genere a la vez pánico social (y en esto es donde radica su mayor fuerza ansiógena)".
El pánico social se puede definir como una reacción colectiva (mundial, regional, nacional, local) basada en la percepción "exagerada" en este caso hacia la influenza porcina.
Se pueden identificar tres fases: Primero, ocurre un evento trágico o preocupante (influenza porcina), luego, los medios de comunicación le brindan una importante cobertura. Este evento se describe como violento e inquietante. A ello, se suman nuevas tecnologías como Internet y telefonías móviles, en especial mensajes de texto, que difunden percepciones, preocupaciones e informaciones de todo tipo (reales, falsas, exageradas). La cotidianidad se ve sobreexpuesta al evento. Tras el suceso, las autoridades toman (o deberían tomar adecuadamente) medidas protocolarias para enfrentar la crisis, además los medios buscan “expertos” cuyas palabras influencian en la opinión pública, en algunos casos se menciona que el hecho sólo es la punta del iceberg. La atención del público se centra en este asunto. Otros asuntos son mermados u obviados - el trasfondo del problema no se toca -.
Es decir, se alimenta el pánico del creciente interés de la población por estar informado. Por lo que, circulan datos verídicos, falsos y exagerados que se entremezclan y sobreponen. Para completar el cuadro, diversos medios de comunicación, remembrarán sucesos parecidos, transmitirán en sus documentales y programarán películas ejemplificantes, etc...
Finalmente, ante éste pánico por la influenza se buscan formas de enfrentarse a esta “amenaza”, con medidas extremas temporales de carácter radical, las cuales independiente de su carácter y efectividad ante la crisis son tamizadas por la opinión pública. (...)
Es inminente tratar de controlar nuestra ansiedad ante la pandemia, e intentar, colectivamente buscar las soluciones - exigiendo a las autoridades responsables de generar los recursos adecuados para la prevención y la acción pertinente, inviertiendo correctamente los fondos destinados para ello - y leer entre líneas qué tipo de asuntos se están gestando dentro de esta crisis...Lo importante es estar informados, pero sin caer en cuadros de pánico que nos impidan controlar nuestras acciones y decisiones.
Y agregaría...repensar... cuál es nuestro papel como agentes sanitarios en relación a la educación para la salud y la prevención activa, constante; Osea, haciéndonos valer y teniendo en cuenta que en particular la carencia de enfermeros, nuestras pésimas condiciones socio-laborales y la misma estructura sanitaria ha caducado desde hace ya varias decádas, y no veo un horizonte claro, ni proyectos sólidos, ni planes político-sanitarios serios que tengan en cuenta éstas variables...
Pienso en éstos minutos que mientras escribo estas líneas, cientos de personas mueren por factores de riesgo cardiovasculares no controlados, lesiones traumáticas que son prevenibles, mal de chagas, infecciones intrahospitalarias - por carencias de recursos materiales, carencia de personal entrenado, bien pago y descansado- , Dengue, Malaria, Desnutrición infantil y la lista continúa, y también pienso que "los días que vendrán", contradiciendo la frase de las sagradas escrituras, no creo que sean mejores...
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